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Categoría: NOTICIAS
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I ESCUELA PARA PADRES, I CICLO 2019

 

El pasado jueves 21 de febrero se llevó a cabo la I Escuela para padres de I Ciclo. Durante la jornada, se expuso un tema importante para mejorar la convivencia y comunicación con los hijos. Si no pudiste asistir al evento, te compartimos el resumen del tema abordado por el psicólogo Licdo. Rodrigo Dueñas.

La comunicación NO violenta en el hogar

¿Cómo nos relacionamos con nuestros hijos cuando sentimos enojo y dolor?, ¿Qué hacemos cuando estamos en desacuerdo? Estas y otras interrogantes ilustran algunos escenarios en los cuales la comunicación no violenta nos puede dar muy buenos resultados.

Debemos aceptar que muchas veces nuestras propias formas de actuar aumentan el conflicto y la desconexión pero podemos educarnos para fomentar la armonía y la cooperación que nos ayude a responder de manera adecuada.

La comunicación no violenta se basa en la idea de que todos los seres humanos tienen la capacidad de desarrollar empatía y compasión, y solamente recurren a la violencia cuando no reconocen estrategias más efectivas para satisfacer sus necesidades.

La teoría de la comunicación no violenta supone que todo comportamiento humano se deriva de intentos de satisfacer necesidades universales, el conflicto surge cuando chocan las estrategias para satisfacer dichas necesidades; es así como propone que si las personas pueden identificar sus necesidades, las de los demás y los sentimientos que las rodean, se puede lograr la armonía.

La mayoría de los conflictos entre individuos o grupos surge de la mala comunicación de sus necesidades humanas, debido a que usamos un lenguaje manipulativo cuyo objetivo es inducir miedo, culpa o vergüenza. Estos violentos modos de comunicación, cuando son usados en un conflicto, desvían la atención de los participantes lejos de clarificar sus necesidades, sentimientos, percepciones y peticiones, perpetuando así el conflicto.

Algunos elementos clave de la comunicación no violenta son:

·         Observar sin evaluar. Necesitamos observar claramente aquello que vemos, oímos o tocamos que afecta a nuestro bienestar sin mezclarlo con una evaluación, porque al hacerlo reduciremos la probabilidad de que la otra persona entienda lo que pretendemos transmitirle y en lugar de ello recogerá la crítica y opondrá resistencia a lo que estamos diciendo.

·         Identificar y expresar sentimientos.  Es expresar cómo nos sentimos. Lo seres humanos tenemos la capacidad de diferenciar los sentimientos pero en muchos casos no somos capaces de describirle lo que sentimos a otros. Se nos educa para orientarnos hacia los demás más que para estar en contacto con nosotros mismos. Tenemos metida en la cabeza la siguiente pregunta: “¿Qué quieren o que necesitan los demás que yo diga o haga?”.  Así que cuando identificamos y queremos expresar nuestros sentimientos cometemos errores catastróficos.

·         Asumir la responsabilidad de nuestros sentimientos: Implica el reconocimiento del origen de nuestros sentimientos, este componente nos invita a aceptar la responsabilidad de generar nuestros propios sentimientos y no dejar que las circunstancias nos dicten cómo sentirnos. Cuando nuestros hijos no responden de la forma como nosotros esperamos es nuestra responsabilidad decidir cómo nos vamos a sentir con esto, recordando que hay una necesidad dentro de nosotros que no está siendo saciada y en este caso sería la necesidad de “ver buenos resultados en la vida de nuestros hijos”.

·         Peticiones conscientes. El último componente de este proceso se ocupa de lo que nos gustaría pedir a los demás para enriquecer las vidas de ambos, porque cuando nuestros hijos no logran el estándar requerido por el colegio o por la sociedad nuestras necesidades (las de los padres y las de los hijos) se encuentran insatisfechas.

 

Entonces, ¿cómo expresaremos lo que queremos pedir para conseguir que los demás respondan a nuestras peticiones de una manera correcta?

Además de emplear un lenguaje positivo, también conviene evitar las frases de sentido vago, abstracto o ambiguo, y formular peticiones en forma de acciones concretas que los demás puedan realizar. Por ejemplo: “¡Quiero que seas un mejor estudiante!”, pero no le explico cómo hacer un plan de estudio diario o no le digo qué herramientas debe usar para conseguirlo o que áreas en específico debe cambiar para triunfar.

Todo se trata de la empatía y consiste en la comprensión real de los demás. En nuestra relación con los demás la empatía solo se produce cuando hemos sabido desprendernos de todas las ideas preconcebidas y prejuicios y escuchamos a las personas no solo con los oídos sino también con el alma.